Rose Emmerit {Erica Durance}

Rose creció inmersa en el más profundo machismo. En su casa su madre era la sirvienta, literalmente, y puede decirse que ella la sucedió tras su muerte. Se suicidó, eligió el camino que ella nunca elegiría, prefirió rendirse en vez de luchar, y fue Rose la que la encontró colgada del techo con una sábana enrollada alrededor de su cuello. Fue muy traumático para ella y esa imagen aún hoy la despierta en medio de la noche, como un recuerdo presente de que está haciendo lo correcto. Su padre y su hermano eran los amos de la casa, su papel era el de servirlos, y si se rebelaba pagaba las consecuencias con marcas en su piel. Gozó de la educación básica porque era lo que exigía la ley, pero no le permitieron estudiar más. Por las noches siempre se evadía de su realidad encendiendo el ordenador y chateando con otras personas situadas en distintos puntos del país. Fue en una de esas noches cuando conoció a un chico, la cautivó, y ella sólo deseaba que oscureciese para poder hablar con él. Se mandaban fotos y se contaban lo que habían hecho a lo largo del día, en muchas ocasiones, Alice se lo tenía que inventar, puesto que su día a día se reducía a estar en casa haciendo la comida o limpiando. Llegó el día en que él quiso conocerla, y pese a sus dudas iniciales, terminó accediendo. Le mintió a su padre y con excusas bien dadas conseguió escabullirse varias veces para poder verse con él, y resultaba ser tan encantador como se había imaginado. Esta relación que se estableció entre ambos cambió su carácter, la hizo más fuerte, con más ganas de vivir, se enfrentó a su padre y a su hermano y se llevó más de una buena paliza por ello. Pero perseveró esperando que llegase el momento adecuado, y llegó, su hermano pequeño falleció en un accidente de moto, y tras eso, su padre se dio a la bebida, por lo que poco más supo de él. No sintió ninguna de las dos pérdidas, es más, se alegró de ellas, y más se alegró cuando el que creía el amor de su vida le pidió que se casaran, ante lo cuál ella aceptó con los ojos cerrados, convencida de haber encontrado un buen chico que la quería. Sólo tenía 16 años cuando se celebró la boda, pero ella estaba estúpidamente enamorada y se quedó embarazada a los pocos meses. Inocentemente creía que por fin empezaba a conocer la felicidad, que se había liberado de la opresión que había vivido hasta entonces, pero una noche todo eso cambió. Salía de una cafetería coincidiendo con la victoria de uno de los tantos partidos de la liga de baloncesto, por lo visto hubo una gran victoria, pasó por delante de un local y un grupo de hinchas apostados en la puerta tiraron de ella hacia dentro, se debatió, pero fue imposible, uno de ellos la tomó del brazo y la llevó a la parte de atrás. Lo peor fue reconocerle, era un amigo de su marido, él, borracho, y el resto del grupo estaban mirando desde la puerta. La forzó de forma brutal y la golpeó, perdió mucha sangre y consiguió llegar a un hospital de milagro. Por suerte la atendieron a tiempo y su bebé sobrevivió. Esa noche murió una Rose y nació otra, una vengativa, llena de odio, y no sabe si fue la tragedia, pero se volvió extraordinariamente fuerte. Lo primero que hizo en cuanto le dieron el alta fue ir directa a la policía y denunciarlo todo. Detuvieron a su violador y éste terminó confensando otras acciones en las que también estaban involucrados los demás, incluído su marido. Todos terminaron en prisión. En ese momento, Rose decidió volcarse en sí misma y en su bebé, se apartó de los hombres volviéndose una mujer dura y fría, prometiéndose a sí misma que nunca más dependería de uno, que nunca más uno de ellos volvería a hacerle tanto daño. Los años pasaron y Rose se convirtió en una mujer luchadora que se desvive por su hijo, intentando evitar que los genes de su padre, su abuelo o su hermano, le conviertan en un monstruo. Es esa lucha la que la ayuda a mirarse al espejo cada mañana sin sentir tanto asco por sí misma.